martes, 31 de agosto de 2010

Réquiem por un compañero

Fue más o menos al principio del verano. No obstante, yo recibí la noticia hace poco, y al principio no me lo podía creer. Pocas veces le ocurre esto a alguien tan relativamente cercano a nosotros, y la verdad es que, siendo una persona tan joven, duele bastante.

Yo, personalmente, no tenía mucha relación con él. Ni siquiera tuve la ocasión de conocerle más afondo. Seguramente era una gran persona. Por que conocía de él, no me he sentido indiferente.

Fuimos compañeros en 2º de Bachillerato, un curso duro donde los haya. Él no era quizá el mejor estudiante, pero estaba claro que era alguien con el que podía uno contar, y con el que podía uno reír.

Has de saber, compañero, allá donde estés, que todos aquellos a los que has dejado un recuerdo positivo, no te olvidaremos, y que estamos contigo, Izan.

La Saga de los caballeros atormentados VII

Reporte 7

¡Oh! Qué bello es contemplar la danza celestial. Cómo las bellas e intangibles estrellas se mueven por todo lo largo de la bóveda celeste. Cómo la luz de las estrellas, en contraposición con lo oscuro de la noche, conforma el yin y el yang del firmamento.

El cielo, en todo su esplendor, se puede mostrar bello, así como puede sacar su lado más atroz cuando lanza rugientes rayos que calan en el alma de todos los circundantes, y son capaces de iluminar el ambiente como si crease un día artificial. Zeus, el gobernador de los cielos, es un ser benevolente que puede desatar toda su ira en una vorágine de destrucción.

¡Ah! Qué inmenso es el mar; grandes columnas de agua que vagan por todo lo largo del globo terrestre. El agua, que puede mostrarse en calma, o en cambio rugir bravamente, puede salvarte la vida, o arrebatártela. Siendo el elemento más blando de la naturaleza, es capaz de causar la destrucción allá por donde pasa. Es Poseidón el rey y guardián de los mares, el que vigila con su tridente las aguas bajo su trono submarino.

En el inframundo, el lugar a donde van a parar las ánimas de los caídos, habita Hades. Su hogar es el fin de cada una de las individuales historias de cada persona que nace en este planeta. Es el fin de una gran cantidad de recuerdos, de historias, de sentimientos, de vida.

Mi viaje ha estado a punto de acabar. Por primera vez en mi vida, se me presentó un bache en mi camino hacia mi destino, que parecía ser totalmente imposible de escalar. Por primera vez, en esta batalla, me encontré con un rival que parecía ser totalmente imposible de derrotar. Por primera vez, me sumí en una situación que parecía imposible de superar.

Durante mi lucha con aquel tipo, una ola gigante me arrolló inevitablemente, y en cuestión de segundos me hallé en el fondo del océano. Escapar hacia la superficie me fue totalmente imposible, ya que el gran poder de mi rival me paralizó por completo. Lo único que podía hacer en esos momentos era ver cómo me hundía cada vez más, ante la presencia impasible del enemigo. En esos momentos sólo pensaba en cómo mis sueños, mis esperanzas, simplemente… se desvanecían.

Todo parecía perdido. Cada vez me hundía más, y parecía imposible librarse de la parálisis en la que me tenía sumergido el rival. No obstante, en el último momento, pude vislumbrar un halo de esperanza. En los últimos instantes que me quedaban de vida, pude oír claramente una voz, procedente de Dios sabe dónde, que me llamaba. Una voz que me resultaba familiar, perteneciente a alguien que quería sacarme de aquél apuro.

Aquella voz me daba esperanzas, me daba energías. Alguien, situado en otra parte, lejos de aquella zona de batalla, me cedía su fuerza y su energía para que saliese con vida de aquella entramada situación. De repente, sentí cómo mi cuerpo se llenaba de energía, de vigor, y por fin fui capaz de liberarme de aquella parálisis que me impedía moverme. Y no sólo eso, sino que además conseguí tanta potencia, que pude abrir las aguas a mi paso.

Era alguien nuevo, renovado. Me sentía lleno de poder. Sentía que dentro de mí, fluía cada vez más vida. Y, además, sabía quién era aquella persona que me dio todo su apoyo, no solo para salir con vida del fondo del mar, sino también de unir fuerzas para poder derrotar a un enemigo común.

Ahora sí que me veía, o eso creía, capacitado para derrotarle. Esta vez contaba con una fuerza adicional. Era como si nosotros dos fuéramos a combatir al unísono contra el rival. Como si mis golpes fueran a resonar como si los golpes de ambos actuasen en conjugación. En cuanto me liberé de la columna de agua que se cernía sobre mi cabeza, volví a encontrarme sobre la caliente arena, en frente del caballero que tantos problemas me estaba causando. No parecía muy sorprendido por el hecho de que yo me hubiese liberado de su control, y sin embargo me veía capacitado para darle la vuelta a la situación.

Alcé mi arma, y me acerqué al rival todo lo rápido que pude. Me sorprendió ver cómo esta vez no se había apartado, sino que, manteniéndose en el sitio, intentaba a toda costa parar con las palmas de las manos los mandobles que le asestaba. En realidad no tomé el control del todo, sino que ahora la batalla estaba un poco más igualada. La espada no me servía de mucho si no conseguía alcanzarle, pero por lo menos ahora estaba casi convencido de que no me volvería a pillar por sorpresa.

Cuando llevábamos un buen rato forcejeando, me di cuenta de que, en realidad, no era él quien había reducido su increíble velocidad, sino que era yo quien, gracias a la energía que me proporcionó mi compañero, alcancé unas cotas de agilidad impensables hace un tiempo. No obstante, aún necesitaba más agilidad para poder conseguir siquiera dañar al enemigo. Parecía un dios, más que un mortal.

Me alejé, y cuando estábamos los dos, a una cierta distancia, de frente, nos quedamos mirando. Si antes no parecía tener ánimos para tomar la iniciativa, y acercarse a atacarme, ahora que no me iba a pillar desprevenido, menos aún. Lo siguiente que decidí hacer, fue lanzar mi espada, como lo había hecho anteriormente. Pero desgraciadamente, la espada no había sido bendecida con el don de la agilidad, y no consiguió hacer mella.

Mi rival, entonces, tal vez cansado de que tanto se prolongase la contienda, decidió acercarse a mí y golpearme. Esta vez demostró su verdadero potencial. A pesar de que no portase arma alguna, sus golpes eran duros y ágiles, casi imposibles de esquivar. Apenas me dio tiempo a usar mi arma. En un momento me lanzó al suelo, y traté desesperadamente de alzar mi arma para atacarle, pero una gran cantidad de energía me deslumbró, y mi espada salió volando por los aires.

Ahora sí que volvía a estar en desventaja. Estaba claro que todas mis cualidades se habían potenciado notablemente, pero aún así sin mi arma no tenía gran cosa que hacer. Él aún era más ágil que yo, y los pocos golpes que consiguiera asestarle, tampoco le harían un daño notable. En efecto, nos enzarzamos en un combate cuerpo a cuerpo, y él mostró una ligera ventaja.

El pobre Savior
De vencer se ve incapaz
Quién será el vencedor
El guerrero más audaz

Acabé en el suelo y completamente molido. Yo le había conseguido alcanzar, sí, pero apenas conseguí hacer menguar su energía. Difícilmente conseguía levantarme, y veía como mi rival se acercaba. Estando en el suelo, me propinó una patada que me lanzó lejos. Esta vez sí que me sentía bastante débil, incapaz incluso de mover un dedo.

Estaba tumbado sobre la arena, y mi enemigo se acercaba. ¿Acaso no habría servido de nada la ayuda proporcionada? ¿Acaso ni siquiera dos caballeros luchando juntos podrían derrotar a este ser?

P.D. Siento mucho no haber podido publicar el viernes, que es cuando correspondía, pero últimamente he estaba bastante liado, con las fiestas de mis localidades y todo, espero que lo comprendáis. Ya os iré dando más detalles.

domingo, 22 de agosto de 2010

Espacio-tiempo cuántico

Desde hace algún tiempo vengo estudiando la estructura cuántica del espacio-tiempo. La idea de un espacio-tiempo que presente valores discretos, en vez de ser continuo, como indica la física clásica, y también la relativista, no tiene ninguna base empírica, y sin embargo está siendo estudiada por más personas en la llamada Gravedad Cuántica, y, además, de ser cierta, presentaría un modelo bello y sencillo de nuestro universo.

Para empezar, la cuantización del espacio-tiempo rompe con el cálculo infinitesimal tratado a lo largo de siglos, reduciendo las matemáticas a valores racionales, eliminando las tan apreciadas derivadas e integrales. Lo primero que se sigue de esta ruptura es el desembarazamiento del concepto de velocidad (la velocidad es la derivada con respecto al tiempo de la posición, por definición), dejando, tal vez, tan sólo el concepto de velocidad media.

En realidad, todos los cuerpos poseen exactamente la misma velocidad, la velocidad de la luz. Este hecho puede sonar extraño, pero no lo es tanto si contemplamos el tiempo como una dimensión más: de esta forma, los cuerpos en "reposo" emplean toda su velocidad en viajar en el tiempo, mientras que las partículas energéticas emplean toda su velocidad en desplazarse por el espacio, a costa de no desplazarse por la dimensión temporal, hecho que bien verifica la Relatividad especial.

Gracias a esta idea, he podido ajustar la relatividad temporal a mi idea de un espacio-tiempo discreto, en forma de cuadrícula (que, sin embargo, en la realidad posee una estructura más compleja debido a la deformación gravitacional): si pensamos en un espacio bidimensional, compuesto de una dimensión espacial y una temporal, y colocamos un objeto que se mueva a una velocidad inferior a la de la luz, veremos que, en algunas ocasiones se desplaza por un eje, y en otras por el otro, de modo que para él sólo ha avanzado parte del tiempo, mientras que para nosotros, que estamos en reposo, cada "salto" contaba como un lapso de tiempo.

No obstante, esta es una idea muy primitiva de lo que sería un espacio-tiempo cuántico, pues, a pesar de todo, no es capaz de explicar la relatividad espacial. El siguiente paso sería combinar estas ideas con la mecánica cuántica, y más en especial con el principio de incertidumbre. De esta forma, podemos imaginar una partícula que mantenga una "velocidad espacial" constante, y que, en cambio, no viole la regla de la constancia en la velocidad de las partículas.

sábado, 21 de agosto de 2010

La saga de los caballeros atormentados VI

Reporte 6

Me pregunto si los dioses hablarán de nuestras hazañas. De nuestras místicas batallas como caballeros. Sea como fuere, cuando resulte caído en combate, tal vez las valquirias me lleven hasta el Valhalla. Seguramente sea un gran sitio donde pasar la eternidad; pero no es por ello por lo que lucho. Tal vez ni siquiera sea el único motivo el de venganza. Tal vez esté condenado a luchar, como muchos otros.

Si consigo sobrevivir a esta batalla, iré hasta el bosque, construiré una balsa de madera como me las apañe, y pondré rumbo a tierras extranjeras. Quién sabe si, siquiera, conseguiré llegar sano y salvo a mi destino. Mientras tanto, me apresuro a encontrarme con aquél que aguarda mi llegada.

Está, como quien dice, en la otra punta del país, y, aunque no es un país grande, ir a pie cansa bastante, algo nefasto justo antes de un combate. Por eso, tal vez lo lógico sería esperar aquí a que venga él, aunque eso agravaría la cosa, ya que le haría esperar, y volvería enfurecido. Y tal como se percibe su esencia, creo que no es bueno hacer hervir su ira.

No obstante, yendo a paso ligero, con agilidad, y evitando obstáculos varios, no me llevaré el día en llegar. Tal vez con una hora sea suficiente. Para llegar a mi destino, he de esquivar campos esterilizados por la lava, montes, zonas volcánicas, y regiones donde animales salvajes puedan entorpecer mi paso: pero esto solo sería mayor impedimento para llegar pronto: viendo los peligros a los que me he enfrentado, el animal al que más temo ahora es al ser humano.

Durante el viaje estuve reflexionando sobre diversas cosas. Primero me pregunté cómo sería el rival al que me voy a enfrentar. Desprende un aura muy poderosa, e, independientemente de lo poderosa que pueda ser su arma, su fuerza le basta para librar grandes batallas. Después me puse a pensar en la esencia de esta batalla: el motivo por el que se libra esta batalla, y los motivos que puedan impulsar a cada uno para seguir luchando. Si creemos en la bondad del ser humano, no sería adecuado pensar que todos nosotros luchamos solo por la destrucción y la sangre.

Después me puse a reflexionar sobre lo dura que es esta batalla, y lo complicado que es llegar hasta lo más alto, a pesar de que yo, a veces, pienso que es relativamente sencillo llegar a cumplir mi propósito, el de saciar mi venganza derrotando a las conocidas como las guadañas más veloces y audaces que existen.

Por fin llego al sitio donde tendría lugar el combate con mi enemigo. Es un lugar cercano a la costa. Avancé un poco, en la dirección en que apuntaba su presencia, y no tardé mucho en encontrarme delante de él. Estaba sentado en la posición de loto, y no portaba una armadura demasiado protectora, ni siquiera parecía llevar arma alguna.
No obstante, su presencia, ya de por sí, resultaba aterradora. Desprendía una gran energía amenazante. A pesar de que yo sí portaba un arma, y pese a mi agilidad, se avecinaba una interesante batalla. Me postré delante de él, y estuve un tiempo mirándole, los dos totalmente inmóviles, intentado encontrar alguna vía para atacarle.

Mi forma de saludarle, no muy gentil, fue la de blandir mi espada con toda mi agilidad para generar a partir del aire del ambiente una onda cortante, que le dio de lleno en el pecho y, no obstante, no pareció hacerle ni pizca de daño, ni siquiera cambió un ápice su semblante. Entonces, decidí acercarme a él, con la espada al frente, y asestarle un golpe directo. Caso error: mi rival desapareció de mi vista antes de que me diese cuenta, y apareció detrás de mí. Su velocidad era increíble, incluso para mí era algo nuevo. Volví a intentarlo, a acercarme a él, todo lo raudo que soy capaz, y volvió a esquivar mi ataque.

Mi segundo paso fue lanzar mi espada, como si de un bumerán se tratara, para que recorriese toda la circunferencia del campo de batalla. Cuando ésta volvió a mis manos, me giré para ver si había surtido efecto, y me lo encontré tan tranquilo como cuando llegué. ¿Es posible que este guerrero sea indestructible? No, no puede ser. En el fondo sabía que debía de tener alguna debilidad, y yo debería ser capaz de desarrollar una artimaña con la que pudiese derrotarlo.

Probé de una y mil maneras, pero él se mantenía en sus trece, meditando, tal vez para concentrar sus energías en lanzarme algún ataque demoledor. Incluso rogué a los dioses para que me concediesen una oportunidad para acabar con él. Pero, al parecer, en esta batalla no estaban de mi lado.

Decidí acercarme más a él, no en pose ofensiva, sino paso a paso, hasta que le tuve enfrente, a pocos pasos. En esta ocasión no se había movido, y yo creía que, a esa distancia, el más veloz de mis mandobles conseguiría hacerle mella, siendo imposible que tuviera tiempo para reaccionar. Pero me equivoqué, pues, a pocos centímetros de que la espada agrietase su cara, éste la paro con las dos manos. Volví a sentir esa presencia aterradora. Estaba paralizado, y con una patada fue capaz de lanzarme lejos. Estaba claro que era un caballero de los pies a la cabeza, y no comprendía en ese momento cómo no era tan popular entre nosotros como lo es Kasza: un caballero que combate a puño descubierto, con su espíritu como única arma.

Estaba tumbado en el suelo, y esta vez sin la espada a mi alcance. Mi rival se acercó, y entonces creí estar totalmente perdido. No obstante, no me atacó, sino que puso una pose muy intrigante: totalmente recto, juntando las manos con los dedos acoplados a la mano adversa, y los dedos índice y pulgar enfrentados. De repente, apareció una humareda desde el suelo que se fue levantando, y cuando desapareció, se llevó con él a mi enemigo. Seguramente no habría ido muy lejos, y sólo me estuviese esperando en otro lugar para proseguir el combate.

No obstante, me dio la oportunidad de ir a recuperar mi espada. ¿Tan seguro estaba de su victoria, que estaba dispuesto a darme algo de ventaja?

Su presencia volvió a notarse, y agudicé mi sexto sentido para localizarle. En efecto, no había ido muy lejos, y al poco me lo encontré en la costa, a la orilla del mar. Esta vez no estaba sentado, sino que estaba totalmente recto, y cuando me acerqué, puso una pose, como si fuera a invocar un conjuro, y tras de sí se alzó una ola gigantesca, que se abatió contra nosotros, y nos engulló por completo.

En cuestión de segundos, fui engullido por el agua, y cada vez la columna de agua sobre mi cabeza era mayor, hasta que me encontré en las profundidades del mar. Quién sabe cómo se las apañó este ser misterioso para conducirme hasta ese lugar en tan poco tiempo. Por supuesto, lo normal sería ir nadando hasta la superficie, para salir a flote. Pero, incluso en las profundidades del mar, podía notarse la presencia de mi enemigo. Desprendía una energía tan intensa, que volví a sentir la parálisis.

Esta vez no podía mover ninguna parte de mi cuerpo. Era frustrante ver cómo, de una situación tan sencilla, la cosa se había complicado tanto, hasta el punto de que ese podría ser mi fin. Y mientras tanto, me iba hundiendo cada vez más, y el aire empezaba a faltarme…

viernes, 20 de agosto de 2010

Lecturas

¡Hola! estoy pensando que, esto de escribir, cada vez se me hace más cuesta arriba. Últimamente me cuesta llenar siquiera 2 páginas de cada capítulo de la novela. Sea como fuere, intento motivarme e inspirarme escuchando música o pensando en mitos y leyendas de caballeros. De todas formas, espero que haya novela para rato. Por todo lo demás, no hay ninguna novedad, por lo menos hasta la semana que viene, que empiezan las fiestas de mi localidad.

viernes, 13 de agosto de 2010

La saga de los caballeros atormentados V

Reporte 5

¡Oh! De Savior el valeroso
Que en una pelea se enzarza
El rival no es temeroso,
Surge de entre la zarza

Ambos dos se preparan
En la mística explanada
Sus miradas se entrelazan
En esta noche helada

Savior su espada blande
Lorlen saca su látigo
Sus afiladas púas no en balde
conseguirán herir al enemigo

La batalla se resiste a comenzar
Los dos se guardan las espaldas,
La gloria pretenden alcanzar
Lorlen de metal sus faldas

El rival se aleja
Su arma despliega
Y desde la distancia desholleja
Savior de dañarse deniega

Su espada el aire corta
Pero al enemigo no atemora
Veloz como el aire se comporta
Y como el aire despliega su arma acechadora

El maestro del látigo lo esquiva
Y de un golpetazo la cara al rival hiere
De su mejilla la sangre cae abrasiva
Este hecho rabia le confiere

Ambos regresan a su puesto
Y se preparan para la siguiente acometida
Ambos se aproximan al destino funesto
La bondad resulta vencida

De Lorlen el peto la espada siega
Las púas contra la armadura de Savior estallan
En los dos la ira es ciega
En una cruda batalla se hallan

En triunfar cada uno insiste
La espada agrieta el metal
El látigo araña en cualquier despiste
Al igual que, de garras un arsenal

El Sol sale por entre las montañas
El metal de brillo reluce
Las púas pican cual mil arañas
La espada contra el rival se cruce

De un fortuito sablazo
Al rival el brazo desgarra
Este responde con un coletazo
El látigo retiene y amarra

La batalla está casi decidida
Savior retenido y a punto de ahogarse
Su voluntad a punto de ser vencida
Y estando atrapado morirse

No obstante, en el último momento
Savior alcanza su arma afilada
Consigue del rival el abatimiento
En su cabeza la espada atravesada

Esta última batalla me ha dejado exhausto, y con más heridas de las esperadas. Tal vez yo haya perdido incluso más sangre que el rival. Ahora he de recuperarme lo antes posible, pues no queda mucho para la próxima batalla. Esta vez, y sin que sirva de precedente, voy a ser yo el que se dirija hacia el rival, puesto que su presencia se deja notar claramente, y se aprecia cómo lleva tiempo esperando mi llegada.

No parece ser un rival fácil, incluso promete una batalla más emocionante que la que se acaba de librar. Sin embargo, no debo demorarme demasiado, pues si me hago de rogar, será el rival el que se acerque a mí, y no tendrá ningún reparo en aniquilar a alguien debilitado por una batalla que le ha causado bastantes heridas.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Un día más

Buenas tardes. El otro día fui al Hipercor, y bueno, no me fue mal. Me hice con el último disco de mi grupo preferido, Blind Guardian, y con dos libros conteniendo relatos en ingles, a fin de mejorar un poco mi nivel en esta lengua. A raíz de esto, me he replanteado el estatus de la novela "A la vuelta de la esquina", y he creido que lo que me está pidiendo a gritos es ser un relato, a fin de cuentas, no promete ser muy larga. Mientras, voy avanzando poco a poco con el japonés.

sábado, 7 de agosto de 2010

La saga de los caballeros atormentados IV

Reporte 4

En este país ya sólo quedamos tres. Y, en cuanto quede yo solo, empezaré mi rumbo hacia otros países. No estoy seguro de mi victoria; no obstante, espero que todo el duro entrenamiento que he realizado haya servido para algo.

Hasta ahora, he derrotado a tres caballeros: el primero, del que aún no he hablado, fue Alozar; el segundo, aquél al que le quité el casco, que todavía mantengo; el tercero, aquél tipo gigante, cuyo tamaño no fue impedimento para que finalmente lo matase.

Con cada víctima, nuestra alma se mancha un poco más. No obstante, yo no lucho por placer, ni por gloria, no. Tal vez la única razón por la que decidí participar en esta matanza ha sido la de abrirme paso hasta llegar hasta el famoso Kasza, derrotarlo, y así cobrar mi venganza. Reconozco que no sé muy bien lo que es querer a alguien, pero a mis padres los admiraba. Además, era lo poco que me quedaba en este inmundo planeta.

En la batalla contra Alozar, que tuvo lugar en el país vecino, cerca de la frontera, lugar en el que yo estaba de paso, aún estaba un poco verde. En efecto, podía aniquilar con facilidad a animales salvajes tales como osos y lobos, incluso con mis propias manos. Pero, un caballero atormentado, ésa es otra historia. Y, para ser el primero, no fue nada fácil. Su arma, una vara, era algo sosa, pero él no necesitaba más. Su predisposición para el combate, y su habilidad no dejaban mucho que desear. Me costó bastante atacarle: por cada golpe que le acertaba, yo recibía de él cuatro o cinco. Empleaba su vara con fuerza, y apenas me causó heridas sangrantes, pero sí me hizo bastante daño, incluso alguna que otra contusión, de la que ya estoy más que recuperado. En una ocasión, logró tirarme al suelo, y se dispuso a fracturarme el cráneo con un fuerte varazo, pero yo blandí rápidamente la espada, y conseguí sesgarle un dedo de la mano derecha, haciéndolo retroceder.

Desde entonces, fue perdiendo el dominio del combate, y fui ganando terreno. Primero, con un mandoble, conseguí rasgar la pernera de la armadura, y hacerle una pequeña herida en la pierna. Después, logré cortarle una oreja. También me llevé algún que otro golpetazo, que me dolió bastante, teniendo en cuenta que por aquél entonces, no llevaba nada de armadura, salvo mi ropaje de tela. El combate fue, poco a poco, ganando velocidad. Él, enfurecido, empezaba a meterse de lleno en el combate, y mi famosa agilidad se fue despertando poco a poco. El combate finalizó cuando le tendí una trampa: haciéndole creer que quería despojarle de sus pies, con una agilidad desbordante, pasé mi espada a ras del suelo, y, nada más saltar él para esquivar el ataque, alcé mi arma hacia el cielo, y atravesé por completo su cuerpo por el eje de simetría. Me arrepentí de haberle dado muerte, después de haber sido testigo de su valor y sus habilidades. Pero en esta batalla estamos condenados a acabar con los enemigos, y con los amigos también, sin piedad.

Bien, hoy tendrá lugar uno de los dos combates que libraré antes de partir a otras partes del mundo. A lo largo del tiempo, iré visitando nuevos sitios, y me enfrentaré a otros guerreros, cada vez más fuertes y hábiles. Seguramente, me pondrán a prueba más de una vez, pero haré lo posible por ir librándome de todos los que me corten el paso hacia aquél con el que me cobraré venganza.

Este ser es un poco intimidante. Dicen que, desde el principio, el destino de esta batalla está marcado, pues no hay nadie capaz de hacer frente a esas guadañas. Pero yo no estoy tan seguro. Cierto es que aún no estoy preparado, pero hasta que me encuentre con él pueden pasar meses, incluso años, y aún tengo mucho tiempo para curtirme en la batalla, y desarrollar al máximo mis habilidades.

Me gusta escoger el sitio donde tendrán lugar las batallas que libro con otros guerreros. No suelen poner pegas. Ellos lo único que buscan es sangre. Allá donde esté, me buscan, siguiendo mi presencia, y comienza la batalla. Para este combate he elegido una gran explanada, donde podamos movernos con libertad suficiente, y así disfrutar de un gran combate.

Savior aguarda paciente
Al combate contra un rival
En la explanada durmiente
Un campo de batalla sin igual

jueves, 5 de agosto de 2010

Día de playa

¡Buenas! bueno, como podéis leer, hoy he ido por la tarde a la playa; en concreto, a Punta Umbría. Me lo he pasado bien, excepto un momento en que una ola me fastidió un poco... ¡ah! y el almendrado que me pedí, de rechupete. También me llevé el librito de japonés que me compré hace poco, y tuve tiempo de reflexionar sobre las lenguas que iba a incluir en mi primera novela, aún en proceso, que las tengo un poco abandonadas, por cierto. He llegado aquí hace poco, y he cenado una pizza kebab casi entera, así luego me da acidez...en fin.

lunes, 2 de agosto de 2010

En el pueblo

¡Buenas! pues os escribo desde Gibraleón, provincia Huelva, el pueblo de mi madre. Bueno, el viaje se me ha hecho corto, y, a parte del calor, aquí se está bien. Lo malo es que, con las prisas, se me ha olvidado la mitad de las cosas, incluido el pent drive, razón por la cual, durante el mes de agosto, no podré publicar la novela "A la vuelta de la esquina", siento mucho las molestias. Os iré informando de más.
Saludos